Frío partidor de labios.

Estoy esperando mi desayuno, que hoy con tanto amor mi madre me está preparando. En 25 minutos más salgo al preuniversitario a una rica clase de lenguaje con el profe de reemplazo de Manuel Pizarro, más conocido por algunos como Chiricuto (ojala vuelva pronto).

No quiero ni imaginarme el frío que sentiré cuando salga a la calle. La Dirección Meteorológica de Chile indica que hay 1.6º de temperatura. En peñalolén generalmente se le restan uno o dos grados, por ende se cerraremos el tiempo en cero grados. Bastante frío.

Afortunadamente no llovió, así que las clales no están congeladas y no pareceremos un grupo de vienesas congeladas dentro del freezer. Aunque para ellas no es tan trágico como lo es para nosotros, ya que ellas no tienen que caminar, por ende no se resbalan y no se pegan porrazos al pasar por una capita de hielo. Tampoco se les parte el labio por la baja temperatura, ni se les encrespan los dedos, ya que no tienen. Ellas simplemente se quedan, acostadas y tiesas, esperando a que alguien las venga a sacar para meterlas a un horno y se las coma. Ahora que releo lo que escribo me doy cuenta que tal vez la vida de ellas es más cómoda, pero más trágica.